CURIOSIDADES

MALFORMACIONES

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Rachiosoma rubiesensis del Santoniense (Lérida) en el que se descubre una deformación en el ambulacro. Se aprecia claramente cómo la hilera de tubérculos se bifurca, tal vez debido a la presencia de algún quiste interno o tal vez por alguna rotura del caparazón. En éste caso, al reparar la anomalía, también se crea una nueva hilera de poros entre medias del ambulacro. Se puede observar el comienzo de la misma, marcado por la flecha, así como los normales a cada lado de las hileras de poros. Este ambulacro tenía, pues, cuatro hileras de poros en vez de dos, y el caparazón tendría 6 ambulacros, en lugar de los 5 habituales.

Curiosamente muchos de estos especímenes muestran algún tipo de anomalía en la simetría de las hileras de tubérculos, como se puede observar en las imágenes adjuntas.

Éste tipo de malformación se suele encontrar con relativa frecuencia en otras especies de erizos regulares.

 

Clypeaster altus del Tortoniense (Albacete), izquierda, y del Plioceno (Almería), derecha, que muestran malformaciones similares en cuanto a la continuidad regular de los ambulacros, que se interrumpen. 

 

Existe una curiosa malformación en las hileras de poros de los ambulacros que se repite y se puede encontrar en muchas especies de erizos, sobre todo irregulares aunque también aparece en regulares. Consiste en una especie de estrangulamiento que hace que se unan las hileras de poros en un punto determinado, formando algo parecido a una "X". No está claro si pueden ser atribuídas a algún tipo de regeneración por ataques o si se trata de malformaciones genéticas.

 

Aquí se muestran varios casos de estos "ambulacros X" en un Micraster brevis del Santoniense (izquierda), en un Amblypygus dilatatus del Eoceno inferior (centro) y en un Nucleopyrina cilindrica del Aptiense (derecha).

 

Como se decía, también se observa esta anomalía en erizos regulares, como por ejemplo éste Pseudocidaris mammosa del Kimmeridgiense superior (izquierda, arriba), un Phymechinus mirabilis del Oxfordiense (derecha, arriba), un Gracilechinus gracilis del Plioceno (abajo, izquierda) o un Micropsis cf. pouechi(?) del Eoceno inferior (abajo derecha).

En éste último hay que destacar que, al contrario de lo habitual, que se produzca  el estrangulamiento en el ambulacro, es en el interambulacro donde se da.

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Clypeaster altus del Serravaliense (Albacete) mostrando una deformidad en la simetría del contorno. Se observa claramente como uno de los lóbulos ha perdido su habitual forma.

Estos dos ejemplares de Clypeaster del Mioceno med. (izda.) y Plioceno inf. (dcha.) muestran el mismo tipo de deformidad. El aparato apical aparece desplazado de su posición central en la cúspide de la cúpula.

Este Coraster margaritae del Maastrichtiense (Huesca) ha sufrido también una infestación por parásitos, que parecen haberse introducido por los poros del ambulacro V, afectando al desarrollo del mismo y al aparato apical, visiblemente deformado.

 

En la primera foto podemos comparar, en el recuadro inferior derecho, con un ápice de Coraster perfectamente normal para ver el daño. En las siguientes imágenes se muestra un detalle de las perforaciones en el ambulacro.

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Galerites globossus del Campaniense (Alemania). En éste caso parece ser que uno de los gonoporos se ha visto afectado probablemente por algún tipo de parásito que ha producido un visible quiste.

Camerogalerus cilyndrica del Cenomaniense (Alicante). En lugar de la típica forma abovedada de la especie, éste especimen muestra un llamativo abultamiento picudo justo en la zona apical, quizás producido también por la presencia de un parásito.

A la izquierda, en primer plano, el ejemplar con la deformidad, mientras que en segundo plano se muestra un ejemplar normal. En el centro una imagen de perfil y a la derecha un detalle de la zona.

 

Se tendría que suponer la invasión de varios parásitos para tratar de explicar las anormales protuberancias que muestra éste ejemplar de Clypeaster altus del Serravaliense (Albacete) en la cercanía del ápice.

Se muestran a continuación algunos ejemplos de ejemplares tetraradiados, malformación que se encuentra tanto en erizos tanto regulares ó endocíclicos como irregulares ó exocíclicos. Esta malformación se caracteriza porque los equínidos pierden su habitual simetría pentaradial, pasando a mostrar 3 o menos ambulacros.

 

Phymosoma pseudotiara del Santoniense superior de Burgos (izda.) y Prenaster alpinus, del Eoceno de Cantabria (dcha.).

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En este ejemplar de Astriclypeus manni del Pleistoceno de Taiwán, también podemos ver la misma malformación tetraradiada.

 

El foramen que estaría al final del ambulacro que falta, se ve claramente atrofiado y algo desplazado de lugar.

 

 

 

Gymnocidaris pseudohemicidaris del Aptiense de Teruel. Aunque lo habitual en los ejemplares tetraradiados suele ser que el erizo pierda o no desarrolle uno de los ambulacros, en este caso por el contrario vemos que lo que falta es un interambulacro completo, quedando unidos entre sí dos ambulacros. Queda por tanto un ejemplar con 5 ambulacros pero únicamente 4 interambulacros, lo que es aún más infrecuente.

Este ejemplar de Clypeolampas mengaudi del Campaniense inferior de Burgos muestra una deformación en el ambulacro I, el cual no parte del ápice, sino de bastante más abajo, como se observa en la imagen. No llega sin embargo a ser un ejemplar tetraradiado, ya que el ambulacro no desaparece del todo. 

 

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Hemiaster aff. regulusanus del Albiense-Cenomaniense de Alicante, mostrando una malformación que une en un punto los ambulacros IV y III. Realmente no sabríamos decir si se trata de una malformación de origen genético o el resultado de la reparación por un daño en el caparazón.

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Hemiaster cf. verneuilli del Turoniense de Burgos mostrando una importante deformidad en el aparato apical, el cual aparece fuertemente hundido, aunque conserva todas sus características.