CURIOSIDADES

PREDACIONES

Clypeaster altus del Serravaliense (Albacete) atacado por algún organismo perforante (quizás un gasterópodo, aunque normalmente las perforaciones que practican los gasterópodos son bastante más pequeñas) que ha causado un gran agujero circular. El erizo ha regenerado perfectamente los daños en el ambulacro y el resto del caparazón, lo cual se puede ver en el interior del hueco, tapizado de nuevos tubérculos.

 

Se pueden encontrar unas típicas predaciones, atribuíbles normalmente a la acción de gasterópodos o también ciertos bivalvos, en muchos tipos de equinodermos. Se denominan con el taxón Oichnus (literalmente, huella en forma de O) y se constatan con seguridad desde el Cretácico inferior hasta la actualidad. Su forma típica es la de pequeños agujeros más o menos circulares con los bordes habitualmente, aunque no siempre, biselados.

 

Las mandíbulas del organismo predador perforan el caparazón y, a través del orificio practicado, se alimentan del interior del erizo succionando. Aunque se han diversificado varios tipos según la icnoforma, la forma del agujero, la más habitual es circular, denominada Oichnus simplex.

 

Aquí se pueden ver algunos ejemplos en un Clypeaster marginatus del Mioceno, Cyclaster archeri también del Mioceno y un Echinolampas affinis del Eoceno medio.

Debajo se muestran diferentes grados de perforación en distintos ejemplares de Clypeaster subacutus (Mioceno) de un mismo yacimiento.

Las perforaciones en forma de 8, se atribuyen a bivalvos que parasitan el interior de los caparazones ya huecos, utilizando dichas perforaciones para alimentarse mediante un apéndice con esa misma forma (ver sección Biocolonizaciones).

 

Clypeaster portentosus del Tortoniense (Sevilla) en el que apreciamos un gran surco reconstruído, producto de una predación o golpe recibido en el caparazón que ha causado una profunda rotura. Nuevamente encontramos el interior del agujero recubierto de tubérculos reconstruídos indicadores de que el animal regeneró y cicatrizó la rotura, sobreviviendo. Resulta sorprendente ya que una rotura de tal profundidad habría dejado expuesto el interior del animal.

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Parascutella leognanensis del Tortoniense (Albacete). Éste ejemplar muestra una importante predación, posiblemente por peces picnodóntidos, que afecta a prácticamente todo el borde del animal. Presumiblemente ninguna parte vital se vio afectada y el erizo pudo regenerarse y continuar viviendo, ya que toda la superficie de ruptura aparece recubierta de tubérculos y tejido nuevo.

Ver ejemplar completo.

En éste otro ejemplar de la misma especie se observa una típica predación semilunar, que igualmente se ve reparada y el erizo logra seguir con vida. El borde de la zona destruída se ve claramente cicatrizado. Se trata de un daño muy típicamente observado en equínidos del grupo de los scutelliformes.

También se ve una gran predación en el borde postero-lateral de éste Clypeaster altus del Serravaliense de Albacete. Fijándose detenidamente, se puede observar que la posición del periprocto no está en el eje de simetría. Quizás se podría interpretar como una predación sufrida en una etapa más juvenil, que afectó a la posición y al desarrollo del conducto.

 

Clypeaster cf. calabrus del Mioceno sup. (Jaén) en el que se observan unos grandes surcos que han dañado linealmente un  tramo de los ambulacros. Por la forma se podría pensar que se trata del ataque de algún asteroideo desplazándose y alimentándose sobre los pies ambulacrales. El interior de la zona dañada está recubierto de nuevos mamelones, por lo que se deduce de nuevo que este ataque se produjo en vida y posteriormente se regeneró.